PUEBLOS PRERROMANOS DE ANDALUCÍA
Antes
de la conquista romana (entre los siglos VIII y III a.C.) la Península Ibérica
estaba habitada por numerosos pueblos prerromanos. Llegaron pueblos
colonizadores procedentes del Mediterráneo Oriental.
TARTESOS
El
reino de Tartessos se desarrolló en las actuales provincias de Huelva, Sevilla
y Cádiz a inicios del primer milenio a.C. Su capital estaba al norte de la
desembocadura del GUADALQUIVIR. Tuvo por eje el río Tartessos: que los árabes
llamaron Guadalquivir (río “grande”).
Según Estrabón, los
habitantes de Tartesos, fueron los más cultos de los íberos, “poseyendo de
tiempo antiquísimo escritos en prosa, poemas y leyes en verso que según ellos
tenían 6000 años de antigüedad. El alfabeto era distinto del íbero y se
conserva en monedas de distintas ciudades.
Según escritores
antiguos los tartesios eran expertos metalúrgicos, se cuenta que el país era
rico en oro, plata y especialmente en cobre. Tenían una agricultura próspera
con canales de riego, el olivo y la vid proporcionaban abundantes cosechas.
También la ganadería era importante con ganado vacuno, caprino, ovino y
porcuno. La obtención de sal era también pieza fundamental de la riqueza
tartesia exportándose los salazones hasta la misma Atenas en el siglo V a. C.,
la pesca y especialmente los moluscos eran también objetos de consumo. Viajeros
atrevidos, los redondos barcos tartesios llegaron a las islas británicas
llevando calderos de bronce y escudos.
PUEBLOS COLONIZADORES
Eran fenicios, griegos y cartagineses
en busca de metales. Sus aportaciones a la sociedad prerromana fueron: nuevos
cultivos y técnicas agrícolas, difusión de técnicas artesanales, perfeccionamiento
de la minería, introducción de distintos tipos de escritura y empleo de la moneda.
FENICIOS
En el siglo VIII a.C.
los fenicios llegaron a las costas andaluzas. Lo cierto es que los
fenicios, atraídos por la enorme riqueza minera de este antiguo reino andaluz,
fundan la ciudad de Gañir (Cádiz) hacia el año 1100 a. C., y poco después otras
ciudades como Malaca (Málaga), Sexi (Almuñecar), Abdera (Adra)m y Ebyssis
(Ibiza), y tras el comercio inicial se imponen militarmente a los tartesios en
las zonas costeras que dominan, influyendo notablemente en la cultura tartésica,
a la caída de Tiro en manos asirias en el 700 a. C., los tartesos recobran su
total independencia apareciendo entonces la influencia griega, ya que numerosas
expediciones focenses llegan a España fundando ciudades como Hemeroscopión
(Denia), Mainake (al este de Málaga) y otras más por el Mediterraneo hispano.
GRIEGOS
En el siglo VI a.C.
los comerciantes griegos se establecieron en Andalucía para comerciar. Trajeron
especialmente vasijas de cerámica a través del puerto de Huelva. Proporcionaban
cerámicas, vino y aceite a cambio de telas, sal y esparto.
CARTAGINESES
Entre los siglos IX Y
III a.C. Su principal objetivo era el control del comercio de los metales. Reclutaron
soldados para sus campañas militares. Iniciaron la ocupación de todo el
territorio, lo que les llevó a enfrentarse a Roma.
ÍBEROS
La cultura Íbera se
formó en el siglo VI a.C. Eran pueblos
que evolucionaron desde diferentes culturas precedentes como: los fenicios, griegos
y cartagineses. Ocuparon el sur y levante español. Andalucía tuvo diferentes
TRIBUS íberas que la poblaron.
DIFERENTES PUEBLOS QUE
HABITARON ANDALUCÍA:
Andalucía tuvo
diferentes tribus íberas, de la zona sur de este grupo, que la poblaron,
después de la cultura tartésica y estos fueron:
TURDETANOS: En el valle del Guadalquivir. Son los más importantes.
TÚRDULOS: En Sierra Morena y en su parte cordobesa.
ORETANOS: En la parte de Jaén.
BASTETANOS. En el noroeste de Almería
BÁSTULOS: En la parte de Granada y la Penibética.
De todos los pueblos
citados por los autores antiguos y que pertenecen al área íbera, los que tienen
una mayor extensión e importancia son los turdetanos, término al que algunos
autores, es una forma de denominación de los tartesios. No obstante, tartesos,
son los más antiguos pobladores del valle, siendo la palabra turdetano los que
lo poblaron más tardiamente. Según Estrabón, turdetanos y turdulos son los
mismos, pero Plinio y Polibio dicen que los turdulos habitaban al norte de los
turdetanos, vamos en Sierra Morena. También puede ser que la palabra turdetania
se refiera a la zona del valle donde no solo habitaban los turdetanos,
sino otros pueblos menores.
Se trata del pueblo
más civilizado de la península a la llegada de los romanos. Contaban con alfabeto
y gramática, cultivaban las artes y presumían de un legendario corpus legal en
verso, al que otorgaban 6000 años de antigüedad (años que algunos corrigen por
versos). Sociedad dividida en clases y estructurada en territorios a cargo de
régulos, que vivían rodeados de lujo a la manera de los déspotas orientales.
De extraordinaria
riqueza en agricultura (olivo, vid, cereal, hortalizas…), ganadería
(principalmente vacuno, ovino y caballos), pesca (con factorías conserveras,
salazones, explotaciones asociadas de la sal y alfarerías), minería (sobretodo
plata y cobre) y urbanismo (pueblo con mayor número de ciudades en Hispania);
con industrias derivadas de todas estas actividades: elaboración de aceites y
vinos, alfares para envasados, lana y textiles, viveros y salsa de pescado
(garum), construcción naval, fundiciones, orfebres, broncistas y todo tipo de
artesanos.
Estrabón menciona que
a la llegada de los cartaginenses usaban los turdetanos toneles y pesebres de
plata, que su abundancia en ganados era enorme, así como la pesca en sus costas
y la fertilidad de sus tierras. En tiempo romano las naves turdetanas eran las
mayores y más numerosas que atracaban en los puertos de Ostia y Puteoli, con
productos destinados a los mercados de Roma e Italia.
Los turdetanos
recurrían al reclutamiento mercenario para protegerse de los saqueos de
lusitanos y otros pueblos de la meseta. Con mercenarios celtíberos se
enfrentaron a Amílcar en el 237 a. C. y siguientes años. En el 206 a. C. fueron
cayendo sus ciudades en manos de Roma.
La turdetania
propiamente dicha se limitaba al valle medio y bajo del Betis (oeste de
Córdoba, Sevilla, este de Huelva y oeste de Cádiz), zona donde se dio la mayor
concentración de núcleos urbanos de la península. Entre sus numerosas ciudades
se puede citar a: Híspalis (Sevilla), Ilipa (Alcalá del Río), Ilipla (Niebla),
Asta (Jerez), Onuba (Huelva), Astigi (Ecija), Corduba (Córdoba), Urso
(Porcuna), Asido (Medina Sidonia), Carmo (Carmona), Iptuci (Prado del
rey-Cádiz), Ostippo (Esdtepa).
Como conclusión
podemos decir que los territorios más meridionales de la Península Ibérica
quedaban polarizados hacia la civilización tartésica. Dentro del proceso de
iberización han de tenerse en cuenta como elementos fundamentales los influjos
mediterráneos aportados por fenicios y griegos.
Este proceso va a
llevar en el siglo V a. C. a las poblaciones indígenas a un estado de
desarrollo superior que podemos calificar como de plenamente urbano, con lo que
el mundo ibérico se homologa, aunque tardíamente, con las demás culturas
del mundo mediterráneo de los milenios segundo y primero a. C. y con un tipo de
organización más próximo al de las sociedades mediterráneas. La existencia de
la ciudad como núcleo básico de la organización comunitaria es uno de los rasgos
que caracterizan al mundo ibérico. En las campiñas de Jaén encontramos ciudades
y una organización de doblamiento en torno a ellas ya en pleno siglo V a C.
Centrándonos más concretamente en la ordenación del territorio en el área
ibérica de España, hay que decir que, en el Alto Guadalquivir, los
asentamientos se ubican y se distribuyen en función de la explotación de los
recursos económicos de la zona y teniendo en cuenta la naturaleza de cada uno
de ellos, según se trate de asentamientos urbanos o rurales. Por regla general
los asentamientos de esta área analizados hasta ahora con más profusión
suelen localizarse en zonas agrícolas, aunque también se han descubierto
asentamientos ubicados en determinados lugares de explotaciones mineras o de otras
actividades económicas.
En definitiva, la
distribución de asentamientos se realiza de forma irregular de acuerdo con las
posibilidades económicas que presenta el territorio y no mediante una
planificación ordenada de la utilización del mismo, con lo que la mayor
densidad demográfica y el mayor número de núcleos importantes se explica por la
existencia también de una mayor cantidad de recursos.
En la distribución de
los núcleos habitados influyen elementos de tipo político o incluso militar,
aunque estos asentamientos suelen ser escasos. Entre los distintos
asentamientos se establece una jerarquización en función de una relación de
control e intercambio de los centros ciudadanos sobre los centros rurales, e
incluso dentro de los propios centros ciudadanos se produce esta relación de
control de los mayores sobre los más pequeños.
Este proceso de
jerarquización será potenciado y favorecido posteriormente por la acción de
Roma, pues su propia estructura política-administrativa tiene como base estos
mismos principios. De este modo el control de los territorios por parte de Roma
será mucho más rápido, fácil y menos costoso.
Organización socio-política
Del análisis de las
tumbas se deduce la existencia de un grupo de régulos, que debían formar la
nobleza y cuyas tumbas denotan un nivel alto de riqueza, junto a ellos existía
una clase media con tumbas y un ajuar discreto, aunque con algún elemento de
importación, y, según este ajuar, diferencia a los guerreros del grupo de
posibles comerciantes y artesanos cualificados y, finalmente, tenemos el grupo
social más bajo dentro de la escala, que son los individuos enterrados en las
numerosas tumbas pequeñas consistentes en un solo hoyo en el suelo, a veces sin
ningún ajuar y con la urna tapada únicamente con una piedra.
Entre las esculturas
de mujeres, aparece una clase superior de grandes damas mitradas, oferentes o
no, que representan a grandes señoras en un acto litúrgico. En ocasiones
aparece también una sacerdotisa y gran variedad de estatuillas que no pueden
ser adscritas a ninguna profesión o estatus.
Lo que sí parece claro
es que lo militar está presente en todos los niveles de la estructura global:
·
Estrabón habla de continuas guerras entre los íberos.
·
Los ejércitos de los régulos del sur suelen ser mercenarios.
·
Este predominio de lo militar está sustentado por la ideología, como puede
verse a partir de los ajuares de las tumbas y la presentación de los reyes como
grandes caudillos militares.
·
La metalurgia, a menudo en función de la guerra, adquiere un alto grado de
desarrollo y la rapiña se convierte en un sector productivo más dentro de la
economía íbera.
Por otra parte la
arqueología confirma los datos de las fuentes literarias sobre la existencia de
recintos fortificados en la Bética, que se debían utilizar para la defensa del
territorio, tanto de amenazas externas, como de posibles revueltas de las
poblaciones sometidas en el interior.
En resumen, en la
Bética prerromana la servidumbre comunitaria era la forma de dependencia
dominante y probablemente existieran formas de dependencia análogas en el resto
del área íbera. Por lo tanto se ha visto la aparición de formas esclavistas
para la Bética, aunque afirmando que en número muy inferior a la época romana.
La extensión de la esclavitud en la Turdetania debió influir el ejemplo de las
colonias semitas y la creciente demanda de mano de obra por parte de las
explotaciones mineras.
Organización política
Para el conocimiento
de los aspectos de la organización política del mundo ibérico contamos con los
datos que aparecen en las fuentes literarias de: Polibio, Apiano y Tito Livio,
sobre la existencia de reyezuelos o régulos en la zona sur de España en el momento
de cambio de la hegemonía cartaginesa a la romana.
Después de la
desaparición de Tartessos, los pueblos del sur, fragmentados desde el punto de
vista político, pero en su mayoría con regímenes monárquicos, aparecen en las
fuentes escritas con nombres nuevos. Según las noticias de Apiano, la muerte de
Amílcar en el año 229 a.C., se debió a la conjura de varios reyes de pueblos
íberos y de personajes influyentes.
Algunos de estos
reyezuelos dominan sobre varios núcleos urbanos fortificados. En el momento de
la pérdida de estos territorios por Cartago a manos de Roma, aparecen junto a
estos reyezuelos más importantes, otros que dominan únicamente sobre una ciudad
tras la fragmentación de la monarquía tartessica. Attenes es el primer rey que
se pasó a las filas romanas en el año 206 a. C., también sabemos que Cerdubeles
era régulo de Cástulo en el 196 a.C.
La mención de estos
monarcas no excluye la existencia de ciudades cuya estructuración política no
estaba en torno a un régulo, como es el caso de Astaza en Sevilla.
Está claro porque
aparecen en las fuentes escritas, que en la Turdetania, en el momento de la
segunda guerra púnica, había reyes que dominaban varias fortalezas (oppida),
reyes que dominaban más de una ciudad a la vez, reyes o régulos que dominaban
una e, incluso, ciudades que no eran gobernadas por una institución real.
Estructura económica
Productos de la
economía íbera: De Turdetania se exporta trigo y gran cantidad de vino y aceite; este
es, además, insuperable, no solo en cuanto a su cantidad, sino también por su
calidad. Se exporta igualmente cera, miel, pez, mucha cochinilla y minio.
Construyen allí mismo sus navíos con madera del país; poseen sal fósil y muchas
corrientes de ríos salados, debido a lo cual, tanto en estas zonas, como en las
de más allá de las columnas, son abundantes las fábricas de salazón de pescado,
que proporcionan salmueras tan buenas como las del Ponto. Con anterioridad se
importaba también gran cantidad de tejidos y en la actualidad sus lanas están
muy solicitadas y no hay nada que las supere en belleza. (Estrabón).
La bellota, alimento
de pueblos. En las tres cuartas partes del año, los montañeses, no se nutren
sino de bellotas, que secas y trituradas, se muelen para hacer pan, el cual
puede guardarse durante mucho tiempo. (Estrabón).
Es cosa cierta que aún
hoy día la bellota constituye una riqueza para muchos pueblos hasta en tiempos
de paz. Habiendo escasez de cereales, se secan las bellotas, se las monda y se
amasan la harina en forma de pan. Actualmente, incluso en las Hispanias, la
bellota figura entre los postres. Tostada entre cenizas es más dulce. (Plinio
el Viejo).
La agricultura: Dos son los
sectores que hay que destacar de la actividad económica que debió desarrollarse
en el área íbera, la agricultura y la minería; la agricultura por toda el área
y la minería con sus centros principales en Cástulo. A ellas hay que añadir
otras actividades en los sectores ganaderos y actividades artesanales.
A partir de la edad
del Bronce, el nivel técnico de las explotaciones agrarias había experimentado
un gran avance y la agricultura era la base de la economía en la España
ibérica.
El importante
desarrollo histórico de estas poblaciones a lo largo de los siglos IV y III a, C,
tiene mucho que ver con los medios de producción aplicados a la agricultura, en
especial con los elementos tecnológicos. Tradicionalmente se había considerado
que los instrumentos más avanzados utilizados para las labores agrícolas de la
zona íbera eran debidos a los romanos, pero los instrumentos de hierro,
utilizados en plena época ibérica, son los mismos que vamos a ver usando
posteriormente a estas poblaciones en la época romana.
Es frecuente la
presencia de rejas de arado en los poblados de la segunda mitad del siglo IV a.
C., así como palas de hierro, azadas, podaderas y hoces.
Los productos más
importantes del área íbera son los cereales, el olivo (traído a estas tierras
por los fenicios y cartagineses), y la vid, cuyo cultivo podemos situar a
partir del siglo IV a. C. Parece ser que los frutales se cultivaban en todo el
área ibérica, igual que las hortalizas, algunas de las cuales merecen la cita
de Plinio, como las que se cultivaban en Cartagena y en Córdoba. También se
tienen noticias del cultivo de la palmera, introducida por los cartagineses, e
higueras y han aparecido almendras en Baza en tumbas del siglo IV a. C. Las
zonas más ricas en general debían ser las vegas de los ríos Ebro, Segura y
Guadalquivir.
Debió tener también
gran importancia la explotación de los bosques, pues las masas forestales del
sur de Sierra Nevada serían uno de los mayores atractivos de la costa sur de
España para los colonizadores mediterráneos.
Todavía queda una
pregunta por resolver ¿quién era el propietario de las tierras? Se hace
referencia a la existencia de grandes terratenientes entre los íberos, mientras
que se propugna la existencia de una posesión individualizada por familias.
Para el Alto Guadalquivir, parece que se quiere ver un tipo de propiedad mixta,
es decir, propiedad individual o familiar, junto al oppidum, como unidad de
producción.
Minería: Es muy posible
que toda la historia de la España antigua, desde el Bronce hasta Augusto, esté determinada
por la abundancia de metales, su búsqueda y explotación por los pueblos del
Mediterráneo oriental primero y por Roma después.
Ya en época de
predominio tartessico la explotación de los minerales estaba bastante
desarrollada en el sur de España. En época ibérica se acrecentó la importancia,
al añadirse el empleo masivo del hierro a los metales tradicionales. El hierro
aparece por primera vez en la Turdetania hacia el 700 a. C., desplazándose su
uso hacia el norte y el este, fabricándose en este metal la mayor parte de los
utensilios dedicados a la producción, así como las armas.
El territorio de los
oretanos es una zona minera de gran importancia con dos centros por excelencia:
Sisapo (Almadén) y Castulo (Linares). En época íbera se obtenían los metales de
plomo y plata, aunque, cuando realmente se acelera la producción, fue con la
llegada de los cartagineses y los romanos.
Con la llegada de los
cartagineses se intensificó la producción española de plata, utilizando nuevas
técnicas aprendidas de los atenienses, y se desplazó la actividad minera de la
plata hacia el este. Se abandonan, al parecer, las explotaciones de la región
de Huelva, pero se continúa explotando los yacimientos de Linares y se realizan
grandes explotaciones en la zona de Cartagena, donde sabemos que en la época
cartaginesa trabajaban 40.000 indígenas en la extracción de la galena
argentífera.
Otros metales que se
siguen explotando: son el cobre de la parte de Cástulo, el oro de las minas de
Sierra Nevada y el que se beneficia en los ríos que arrastran arenas auríferas
(Genil y Darro), el minio cuyo centro principal es Sisapo y el plomo que se explota
juntamente con la plata y que debió emplearse en abundancia.
Por lo que se refiere
a los medios de producción es importante resaltar el conocimiento para esta
época y en esta área íbera del tornillo de Arquímedes, así como hornos de
fundido con ventilación.
En cuanto a las
unidades de producción, también aquí parece que se puede hablar de la dualidad
entre oppidum y familia al menos para el área del sur peninsular. En las casas
del poblado minero de Riotinto se han encontrado escorias repartidas por el
interior de las casas y no en grandes montones, como sucede en época romana,
por lo que se piensa que la producción no se realizaba en grandes
establecimientos, sino que estaba repartida entre los habitantes del poblado
con el carácter de pequeña industria doméstica.
Por otra parte, la
ausencia de lucernas y trabajos de profundidad en época prerromana en las
explotaciones de cobre demuestran que estas explotaciones a flor de tierra
pudieron perfectamente ser realizadas `por una sola familia. Junto a ello,
encontramos la especialización que se ha descubierto en los restos de mineral
para algunos de los oppidas. Se trataría de la especialización de ciudades en
determinados productos.
Lo que no está claro para la época ibérica es
la propiedad de las minas, si pertenecían a propietarios privados o tenían el
carácter de públicas.
Ganadería: A pesar de haber
afirmado que la agricultura y la minería constituían los principales sectores
de producción en el área íbera, no por eso debemos olvidarnos de la importancia
de la ganadería, que en algunos casos, como el de los oretanos, constituye la
principal fuente de riqueza, en contraste con otras zonas básicamente
agrícolas.
Entre las especies de
animales objeto de cría, el caballo debió ocupar una situación preeminente por
la propia organización social de los íberos y la organización militar existente
entre ellos. Las fuentes así lo confirman, pues a las noticias de que la
caballería ibérica actúa en todas las guerras del siglo III a. C., se une la
gran cantidad de bocados de caballo aparecidos en la necrópolis y las
representaciones en la cerámica de su doma y adiestramiento.
También el
ganado vacuno era objeto de cría, como en la mayor parte de las zonas con
economía ganadera. Para el transporte eran empleados bueyes.
En la cerámica ibérica
aparecen con profusión las representaciones de ovejas y cabras, apreciadas por
su leche, su carne y por la lana de unas y el pelo de otras para la fabricación
de tejidos.
Aunque no tenemos
noticias en las fuentes de la cría del cerdo, las excavaciones arqueológicas
realizadas en los poblados ibéricos han sacado a la luz restos de estos
animales, por lo que debió ser criado como animal productor de carne.
También hay evidencias
arqueológicas de la cría de las abejas en Levante, donde tiene una tradición
que se remonta al Mesolítico. En la zona andaluza tenemos Mellaría (Fuente
Ovejuna), gentilicio de miel.
El comercio: El comercio de
todos los productos se realizaba a través de las colonias griegas, fenicias y
más tarde cartaginesas establecidas en las costas del sur y el Levante.
Desde el punto de vista
comercial España es un país colonial, pues exporta