martes, 9 de mayo de 2017

El Barroco en España:Arquitectura y Escultura

TEMA 16.- EL BARROCO EN ESPAÑA. ARQUITECTURA (LA IGLESIA, EL PALACIO, LA PLAZA MAYOR) ESCULTURA (GREGORIO FERNANDEZ Y MARTINEZ MONTAÑES)

El Barroco Español ocupa los siglos XVII y XVIII, es decir, un largo período en el que en España reinan dos dinastías. Los Austrias o Habsburgo durante el siglo XVII (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) y los Borbones de origen francés durante el siglo XVIII (Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV).
 
En este espacio de tiempo España pasó de ser la principal potencia mundial a un país de segunda fila. Curiosamente, mientras España vivía en el siglo XVII una lenta decadencia política y económica, se producía el Siglo de Oro de las letras y de las artes. Durante el siglo XVIII, en cambio, España comenzó una etapa de crecimiento económico y sufrió una decadencia artística, destacando al final del siglo una figura aislada excepcional: Goya.

ARQUITECTURA BARROCA ESPAÑOLA.

Dada la crisis del siglo XVII, en España no se produjeron grandes proyectos arquitectónicos fuera de los proyectados por la Corona que centró sus esfuerzos en la nueva capital: Madrid.  Madrid se dotó de Palacios como el del Retiro (1631) o en él se realizaron planificaciones urbanas como la de la Plaza Mayor.

Madrid fue el principal foco del Barroco Español, sin embargo, también hay que destacar una serie de Escuelas Regionales Barrocas como Salamanca, Santiago de Compostela, Zaragoza, Valencia, Granada, Sevilla, Murcia, etc.

Una de las características más interesantes de la arquitectura barroca española es que frecuentemente recurre a materiales endebles o de poca calidad. En España como en ningún otro lugar, la arquitectura se convierte en apariencia de riqueza, al cubrir los materiales humildes (como el ladrillo) con elementos ornamentales. Un ejemplo de esto son las bóvedas encamonadas, es decir, las bóvedas falsas de yeso que cuelgan de un armazón de madera. Es difícil no reconocer en esta característica del Barroco Español la influencia mudéjar.

En las iglesias dominan las plantas longitudinales, especialmente la planta jesuítica (no hay, por tanto, innovaciones en las plantas, y menos aún la imitación de las extravagantes plantas del Barroco Italiano). Externamente predominan las fachadas clasicistas, simples de origen de Bramante o Herrera. Por contra en su interior se desata un horror vacui y la decoración abigarrada oculta la pobreza de materiales. 

En los palacios predominará la herencia de  El Escorial y de Herrera. Estructuras macizas, de planta cuadrada, con torres en las esquinas terminadas en chapiteles de pizarra como en El Escorial. Por la crisis se utilizará el ladrillo y la piedra aparecerá en las esquinas y para realzar los vanos ( puertas y ventanas). Según  evolucione el barroco, las puertas principales y sus fachadas se irán  recargando de decoración ( en el siglo XVII desnudez decorativa en el Convento de la Encarnación de Madrid hasta el estilo Churrigueresco del siglo XVIII  -horror vacui en el Hospicio de San Fernando de Madrid).

LA IGLESIA, EL PALACIO, LA PLAZA MAYOR.-

El período del barroco significó la culminación del poder personal de los soberanos absolutos y el triunfo de la propaganda de la Iglesia. Tanto la Iglesia como el poder absoluto de los monarcas tenían que manifestar en sus ciudades su magnificencia y poderío. La capital del Estado será el centro donde resida el poder político. Se hicieron grandes reformas en el trazado de las ciudades, se organizó la distribución de las vías de comunicación, se buscaron ejes y perspectivas que confluían en puntos de interés (palacios, templos, plazas mayores...)

El templo barroco del siglo XVII se hace más visible en el escenario urbano. Las iglesias, con su trazado exterior y con la decoración exuberante de sus interiores, se convierten en espacios para causar admiración y conmover a los fieles.

Los palacios reales en el S. XVIII intentan diferenciarse del resto de las construcciones y se rodean de espacios ajardinados que señalan su dignidad. Los palacios de la nobleza y de la alta burguesía imitan la riqueza de los sitios reales ( Palacio Real de Oriente, Palacio de la Granja, de Aranjuez...) para integrarse en el entorno urbano. Además de los jardines privados, a los que se dedica una especial atención, comienzan a tenerse en cuenta los espacios públicos de expansión, que hacen a las ciudades más habitables y les proporcionan un aspecto más agradable (Jardín Botánico de Madrid, Paseo de la Castellana, Paseo de El Prado con sus fuentes...)

Las plazas mayores españolas, como centros comerciales y sociales, habían tenido un importante papel en España ya desde la Edad Media. La plaza mayor barroca es la gran innovación urbanística del barroco español, creando espacios públicos abiertos, donde se pudieran celebrar intercambios comerciales, festividades públicas (torneos, toros, autos de fe...) Se convertirán en uno de los elementos básicos de cualquier diseño urbanístico. Solían ser unos recintos rectangulares, porticados, cerrados y uniformes, de arquitecturas arquitrabadas y abovedadas, generalmente con tres pisos, con columnas toscanas, vanos rectangulares y tejados inclinados cubiertos, generalmente, de pizarra. Tenemos diferentes tipos de plazas desde la sobria Plaza Mayor de Madrid de Juan Gómez de Mora (S.XVII) llena de sencillez, clasicismo y elegancia de inspiración herreriana, hasta la Plaza Mayor de Salamanca de Alberto Churriguera (S.XVIII) mucho más decorada.

ARQUITECTURA BARROCA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII.

Fray Alberto de la Madre de Dios (1575-1635).- Curiosamente, a pesar de ser un arquitecto barroco, es muy sobrio, muy influenciado por la austeridad escurialiense. Su obra más importante es el Convento de la Encarnacion de Madrid de 1611. Tiende a la verticalidad y los únicos elementos decorativos son los escudos con el Toisón de oro y un relieve. Está coronado por un frontón triangular y bolas escurialenses.

Juan Gómez de Mora (1586.1648).‑ Trabaja en obras de urbanismo público (plazas urbanas) con fuerte influencia de El Escorial. Obras importantes: Plaza Mayor ( 1617) y El Ayuntamiento de Madrid (1629), todo ello de recuerdo claramente herreriano.

Juan Gómez de la Mora fue el principal representante de este primer barroco caracterizado por la sobriedad decorativa y la limpieza de líneas (herencia del estilo de Bramante y Palladio). El modelo es El Escorial, y así, los nuevos edificios barrocos copian algunos elementos de éste como las ventanas rectangulares sin enmarcar, las molduras lisas, y sobre todo los chapiteles apiramidados de pizarra.

De hecho, la obra de Gómez de la Mora que menos se ajusta a estos cánones es La Clerecía de Salamanca (1617), que no se encuentra en Madrid. Esta iglesia, responde a los modelos de planta jesuítica, y muestra cierta complejidad decorativa, lo cual no es extraño en la capital del Plateresco. La aportación de Gómez de la Mora más acorde con su estilo se encuentra en el patio interior, mucho más sobrio decorativamente que la fachada.

ARQUITECTURA BARROCA DEL SIGLO XVIII

En el siglo XVIII la arquitectura barroca española llega al máximo de la complejidad decorativa, por propia evolución nacional y por la influencia del Rococó Francés.

Tras la Guerra de Sucesión (1701-1714), Felipe V de Borbón (francés, nieto de Luis XIV) se convierte en el nuevo rey de España. Este rey y sus descendientes traen a España el arte palaciego francés y las primeras academias. Felipe V traerá a España la tradición palaciega de Versalles. Esta tradición de Versalles se aprecia en los diferentes palacios construídos por Felipe V en los alrededores de Madrid: Palacio Real de Madrid, La Granja de San Ildefonso, Palacio de Aranjuez.

El Palacio Real de Madrid o Palacio de Oriente fue construido por iniciativa de Felipe V para sustituir al Alcázar de los Austrias (incendiado en 1734). En principio es diseñado por F. Juvara (1735), pero su discípulo Sacchetti introduce muchas modificaciones sobre el plan original. Su planta recuerda a la del Louvre, pero su alzado se asemeja más a Versalles, lo mismo se puede decir de sus jardines. Los jardines de la granja de San Ildefonso también imitan a Versalles aunque a una escala menor. La Granja también fue construída a instancias de Felipe V (1721), primero por Teodoro Ardemans, y después por F. Juvara. . La decoración de estos palacios sigue los principios del Rococó francés.

La evolución decorativa original de España se denomina Arte Churrigueresco. Recibe su nombre de los Churriguera, familia de artistas madrileños que se afincan en Salamanca en el siglo XVIII. El Churrigueresco es un estilo decorativo marcadamente recargado, caracterizado por la utilización sistemática de la columna salomónica, el estípite, los frontones curvos y partidos, los cortinajes y la imitación de la arquitectura efímera, los escudos recortados, etc. Se inspira en la tradición del horror vacui decorativo del Plateresco, e incluso mantiene algunos de sus elementos como la heráldica, las fachadas-retablo, etc.

Pedro de Ribera (1681-1742)  realizó en Madrid algunos de los principales ejemplos del Churrigueresco: los templetes del Puente de Toledo y el Hospicio de San Fernando (1722). Estas obras se inspiran claramente en las arquitecturas efímeras muy típicas del Barroco. El Hospicio de san Fernando en Madrid presenta una fachada-retablo con una profusa decoración (estípites, cortinajes, escudos, oculi, etc.). Con una sensación de horror vacui y de arquitectura orgánica. La compleja decoración genera asimismo unos sugerentes efectos de claroscuro.

Alberto de Churriguera (1676-1750)  realizó la Plaza Mayor de Salamanca entre 1729-1750. Se trata de una plaza de planta cuadrangular como la de Madrid, en ella se destaca asimismo un cuerpo como ocurre con la Casa de la Panadería de Madrid, sin embargo, la plaza de Salamanca muestra claramente cómo el Estilo Churrigueresco ofrece ahora una decoración mucho más recargada a base de frontones curvos y partidos, estípites y vanos enmarcados por molduras mixtilíneas y quebradas.

Narciso Tome. (1690-1742)‑ Simplemente por una obra puede pasar a la historia :el Transparente de la Catedral de Toledo. Se denominó la "octava maravilla del mundo". Está situado en la girola del templo. Su hermoso retablo es de ricos mármoles y bronces, y está trazado en perspectiva para fingir una profundidad que no existe. Para favorecer la perspectiva cala una de las bóvedas de la girola y labra sobre ella una enorme linterna, lo que provoca un violentísimo efecto de luz. En la parte superior del retablo la escultura termina fundiéndose en un Paraíso de pintura. Sumido en la media sombra del templo gótico, el efecto teatral y deslumbrante típicamente barroco del Transparente señala una de las metas alcanzadas por el estilo.

Debemos señalar una serie de obras barrocas importantes como son:

Palacio del Marques de Dos Aguas (Valencia) de Ignacio Vergara
El Palacio de San Telmo de Sevilla de Leonardo de Figueroa
La Fachada de la Catedral de Murcia de Jaime Bort.
La fachada de los Hierros de la catedral de Valencia de Honrad Rudolf
La fachada del Obradoiro de Casas Novoa. Esta fachada se antepone al viejo templo románico y que, puede ser, el más grandioso ejemplo de la arquitectura peninsular barroca del S. XVIII. Esta fachada está dotada de un movimiento ascendente casi gótico. Tras la espléndida fachada con una decoración teatral, se levantan los ricos campanarios suspendidos en el aire por el ímpetu ascendente de los cubos, mientras la monumental escalera sirve de magnífico pedestal al maravilloso conjunto, preparándonos con sus líneas oblicuas para gozar de la teatral escenografía.


ESCULTURA BARROCA ESPAÑOLA.‑

La escultura barroca española tiene las características propias de todo lo barroco. Tal vez una característica más acentuada en el barroco español sea su realismo.

La temática queda fijada por quien es casi único cliente: la Iglesia. El menor papel que la escultura ocupa en los retablos, viene compensado por la proliferación progresiva de esculturas independientes. Lo que principalmente se realiza es la talla de retablo y sobre todo las de carácter procesional. Las procesiones son espectáculos al aire libre, que toda la población las vive y cuyo centro es la imagen escultórica. Es el teatro religioso que se representa en las calles.

Los materiales, los de siempre, madera policromada que viene a reforzar el profundo sentido realista que no consiste en copiar la realidad, sino en hacer eterno lo efímero. Una novedad es la frecuente utilización de postizos (objetos, pelo, cuentas vítreas, etc.). El caso extremo de la utilización de postizos son las imágenes de vestir, imágenes realizadas con un armazón de madera en las que sólo se tallan la cabeza y las manos, mientras que el resto de la escultura se cubre con un vestido.

La imaginería barroca es naturalista y en ocasiones puede calificarse de hiperrealista, el escultor tiene la pretensión de que sus obras parezcan personajes verosímiles y cercanos al espectador que en cualquier momento pueden cobrar vida. En ciertos casos el escultor realiza auténticas investigaciones de anatomía sobre cadáveres o los efectos de los golpes o heridas para plasmar estos detalles en sus obras. Otra característica es la teatralidad, los gestos vehementes y apasionados. El pathos ayuda a dramatizar los gestos de las imágenes sagradas e impactar mejor en los sentimientos del espectador. En ciertas ocasiones, como en las Inmaculadas hay una pretensión idealista en la representación tanto física como psicológica, se trata, como en el Renacimiento, de representar a María como una mujer bella y virtuosa. Sin embargo, contrapuesta a ella hay también una estética de lo feo, lo grotesco, a veces precisamente contrastando con la belleza y acentuándola. Por último hay que repetir la importancia de los temas morbosos y truculentos.

En España encontramos dos escuelas bien definidas: la escuela de Valladolid o escuela castellana y la escuela de Sevilla o escuela andaluza Ambas son realistas.


ESCUELA CASTELLANA: EL REALISMO VIOLENTO.

La Escuela Castellana tiene su principal centro en Valladolid y es heredera de los principales maestros del Renacimiento: Alonso Berruguete y sobre todo, Juan de Juni, aunque llega a extremos abiertamente naturalistas e incluso feístas. La Escuela Vallisoletana se caracteriza por una preferencia hacia los temas más escabrosos y truculentos de la Pasión realizados con todo tipo de detalles morbosos sin ninguna concesión al equilibrio o el buen gusto.

El imaginero más importante de esta escuela es Gregorio Fernández,( 1576-1636) que trabaja fundamentalmente en Valladolid. Impulsado por el afán naturalista, gusta de recrearse en el modelado de sus desnudos, en el pathos extremo de sus rostros, la teatralidad de sus composiciones y en los pliegues de los ropajes acartonándolos, formando grandes ángulos y contraángulos como si estuviese almidonados. Así se crean contrastes de luz. Una característica de este imaginero es la elegancia que imprime a sus personajes, en sus rostros, en sus perfiles, en sus actitudes, movimientos ...

Con este imaginero se abandona el oro (el estofado) en Castilla para obtener un mayor realismo. Así la policromía castellana tendrá menos elegancia plástica que la andaluza.

Las obras más importantes de este autor son:

Cristo yacente de El Pardo. Vemos un Cristo desnudo, de un modelado exquisito, que reclina su cabeza hacia la derecha sobre un almohadón, mostrándonos su boca y ojos entreabiertos, interpretados con tan vivo realismo que llegan a producir una impresión espeluznante, casi desagradable. Las rodillas descarnadas y sangrientas, por las caídas camino del Gólgota, son otra de las características de este escultor.

El Cristo yacente es uno de sus temas más repetidos, en el que se hermanan la sensibilidad del artista y la de los castellanos de su época. Hay diferentes copias entre las que citaremos la del Museo Nacional de Valladolid.

En La Piedad del mismo Museo, el tono del horror ante la muerte decrece y es más la soledad y la quietud de la muerte lo que procura interpretar.

Gregorio Fernández es también escultor de retablos y debemos señalar, como uno de los más bellos relieves El Bautismo de Jesús

También es el escultor de los enormes pasos de Semana Santa de historias de la Pasión con numerosos personajes. Naturalmente, muchos de ellos están tallados en su taller por las manos de sus discípulos.

ESCUELA ANDALUZA; EL REALISMO CLASICO.‑

La Escuela Andaluza es mucho más “clásica”, en el sentido de que se deja llevar más por el equilibrio y la medida y no tanto por la teatralidad y los sentimientos..

El comercio con América hará que existan buenos talleres de escultores en Andalucía. Sevilla y Granada serán los centros de la escultura barroca en Andalucía.

Sobresale Juan Martínez Montañés (1568-1649), de gran prestigio. Mantuvo siempre en su obra una distinción y mesura clásica, pero al servicio de una innegable realidad. Su talla está muy bien modelada y sus grandes paños, bien plegados, dan grandiosidad a la imagen. Se diría que su devoción va dirigida más al alma que a los sentidos. Su policromía mate y bien equilibrada dista mucho del cromatismo desgarrado castellano.

Cristo de la Clemencia (1603). Es el prototipo andaluz del Cristo crucificado. Sin excesivo dramatismo, con poca sangre, y aún vivo, parece mirar a los fieles "quejándose de que por su culpa padece”, según el mismo artista escribió.

Logra crear un tipo de la Inmaculada de la Catedral de Sevilla (popularmente conocida por “la Cieguita”) que será una de sus más sugestivas obras. Es una Virgen joven, con el manto caído sobre los hombros y recogido en una de sus puntas, lo que produce amplios pliegues que le procuran una serena majestad. La cabeza levemente inclinada, una tenue sonrisa, mitad ingenuidad, mitad melancolía, proporcionan a la obra esa religiosidad que convence al teólogo y gana la devoción del devoto. Utiliza una policromía de gran suntuosidad y elegancia.

También hay que mencionar el Retablo de Santiponce con el San Jerónimo y la Adoración de los Pastores.

Otros escultores del siglo XVII son Alonso Cano, Pedro de Mena y Pereira.

Alonso Cano realizó la bellísima Inmaculada de la Catedral de Granada, una figurilla de pequeño tamaño.

Pedro de Mena llevó a cabo la famosa Magdalena Penitente que fue copiada repetidamente.

Pereira esculpió el San Bruno, una de cuyas versiones se encuentra en la Cartuja de Miraflores de Burgos.

En el siglo XVIII el centro de la imaginería hispana se trasladó a Murcia donde trabajó Francisco Salzillo (1707-1783). De origen italiano, Salzillo llevó a cabo una escultura que comparte las características generales de la imaginería barroca hispana, aunque tiene un carácter más preciosista y estético, influenciado por el estilo Rococó. Entre las obras de Salzillo hay que destacar la impresionante colección de pasos procesionales de la catedral de Murcia: La Última Cena, La Oración en el Huerto, el Prendimiento, etc.


VOCABULARIO: ESTIPITE, BAQUETON, BODEGON, TALLA, MODELADO, PASO PROCESIONAL.

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