jueves, 31 de marzo de 2016
Textos : Tema 2ª República Textos históricos
Fernando Hermoso fhersan632@gmail.com Textos : Tema 2ª República
Textos históricos
Texto nº 1
Manifiesto de renuncia de Alfonso XIII
Las elecciones celebradas el domingo me revelan
claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese
desvío no será definitivo, porque procuraré siempre servir a España, puesto al
único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey
puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra
Patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de
todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para
mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra los que las
combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un
compatriota contra otro, en fratricida guerra civil.
No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que
míos son depósitos acumulados por la Historia de cuya custodia me han de pedir
un día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia
colectiva. Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del
Poder Real reconociéndola como única señora de sus destinos.
También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el
amor a la Patria. Pido a Dios que también como yo lo sientan y lo cumplan todos
los españoles. Alfonso. Rey.
Manifiesto de
Alfonso de Borbón, publicado en La Vanguardia de Barcelona el 17 de abril de
1931.
Nº 2
Selección de artículos de la Constitución española de
1931.
Art. 1º. España es una República democrática de
trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y Justicia.
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo. La República constituye un
Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.
Municipios
y regiones.
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada
Art. 2º. Todos los españoles son iguales ante la ley.
Art. 3º. El Estado español no tiene religión oficial.
Art. 4º. El castellano es el Idioma oficial de la República.
Todo español tiene obligación de saberlo y el derecho
de usarlo, sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a
las lenguas de las provincias o regiones [ ... ]
Art. 8º. El Estado español, dentro de los límites
irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios
mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de
autonomía [ ... ]
Nº 3
La postura de la Iglesia frente a la legislación republicana
Los principios y preceptos constitucionales en materia
confesional no sólo no responden al mínimum de respeto a la libertad religiosa
y de reconocimiento de los derechos esenciales de la Iglesia que hacían esperar
el propio interés y dignidad del Estado, sino que, inspirados por un criterio
sectario, representan una verdadera oposición aun a aquellas mínimas
exigencias. (...)
Más radicalmente todavía se ha cometido el grave y funesto
error de excluir a la Iglesia de la vida pública y activa de la nación, de las
leyes, de la educación de la juventud, de la misma sociedad doméstica, con
grave menosprecio de los derechos sagrados y de la conciencia cristiana del
país. (...) De semejante separación violenta e injusta, de tan absurdo
laicismo del Estado, la Iglesia no puede dejar de lamentarse y protestar,
convencida como está de que las sociedades humanas no pueden conducirse, sin
lesión de deberes fundamentales, como si Dios no existiese, o desatender a la
Religión, como si ésta fuera un cuerpo extraño a ellas o cosa inútil y nociva.
(...)
Derecho y libertad para todos, tal parece ser la
inspiración formulativa de los preceptos constitucionales, con excepción de
la Iglesia.
Declaración colectiva del episcopado ante la nueva
Constitución. (20 de diciembre de 1931)
Nº 4
Texto elaborado el 1931 por Lorenzo Luzuriaga y encargado
por el Consell d’Instrucció Pública para que fuera la base para la confección
de la Ley De instrucción pública.
1. La educación
pública es esencialmente función del Estado.
a) [ ...
] No se excluye, sin embargo, a la enseñanza privada, siempre que ésta no
persiga fines políticos o confesionales partidistas [ ... ].
2. La educación pública es laica o extraconfesional.
3. La educación pública es gratuita.
a) Se reconoce la gratuidad en todos los grados
de enseñanza, especialmente en la primaria y secundaria, pudiéndose percibir
solamente retribuciones o derechos de matrícula en la enseñanza superior; pero
aun en éstas se establecerá por lo menos un 25 por 100 de matrículas gratuitas.
4. La educación
pública tiene un carácter activo y creador.
a) [ ... ] En todas
las instituciones de educación se aplicarán, pues, los métodos de la escuela
activa o del trabajo [ ... ].
5. La educación Pública tiene un carácter social.
6. La educación pública atiende por igual a los alumnos de
uno y otro sexo.
a) Para ello es esencial el establecimiento de la
coeducación en todos los grados de enseñanza [...].
7. La educación pública constituye una unidad orgánica.
Dentro de ella existen tres grados esenciales íntimamente relacionados de
suerte que pueda pasarse fácilmente de unos a otros:
a) El primer grado
comprende dos ciclos: primero, de los cuatro a los seis años con Instituciones
preescolares y de asistencia Infantil, de carácter voluntario; segundo, de los
seis a los doce años, o sea, el de la actual escuela primaria, que se
denominará escuela básica y que será obligatoria y común para todos los niños
de aquella edad.
b) El segundo grado equivalente a la actual enseñanza
secundaria está constituido también por dos ciclos. El primero, de los doce a
los quince años, amplía la educación de la escuela básica, inicia la
preparación profesional y constituye el fundamento de la segunda enseñanza. En
él se incluye a más de los estudios literarios los de carácter tecnológico y
manual. Se aspirará a hacer obligatoria la asistencia a este grado al menos en
las grandes ciudades. El segundo ciclo, de los quince a los dieciocho años,
cierra la educación secundaria y prepara para la superior y especial,
ramificándose en tres grupos: científico, tecnológico y humanista. La
asistencia a él tiene carácter voluntario.
c) El tercer grado lo constituye la enseñanza
superior. Consta también de dos ciclos equivalentes a las actuales
licenciaturas y doctorados.
Pérez Galán, Mariano (1977): La enseñanza en la Segunda
República Española, Madrid, Cuadernos para el Diálogo, p. 62‑64.
Nº 5
La reforma militar
Artículo 1. Se concede el pase a la situación de segunda
reserva, con el mismo sueldo que disfruten en su empleo de la escala activa, a
todos los oficiales generales del Estado Mayor General, a los de la Guardia
Civil y Carabineros y a la de los Cuerpos de Alabarderos, Jurídico Militar,
Intendencia, Intervención y Sanidad, en sus dos secciones de Medicina y
Farmacia, que lo soliciten del Ministerio de Guerra dentro de los treinta días
siguientes al de la publicación de este decreto.
Artículo 2. Se concede el pase a la situación de retirado,
con el mismo sueldo que disfruten actualmente en su empleo y cualesquiera que
sean sus años de servicios, a todos los Jefes, Oficiales y asimilados, así en
situación de actividad como en la de reserva retribuida de las distintas Armas
y Cuerpos del Ejército. Incluso los Oficiales menores de Guardias de
Alabarderos, que lo soliciten del Ministerio de la Guerra dentro del plazo
señalado en el artículo anterior (…)
Gaceta de Madrid, 27 de abril de 1931
Nº 6
Sobre el problema agrario
… el problema de los latifundios en España no es una
entelequia inventada por unos cuantos descontentos o idealistas, sino una
cuestión grave de enorme trascendencia económica y social para nuestra patria.
No se trata solo del hecho de que unos 70’00 propietarios posean más de 6
millones de hectáreas en las regiones manchega, extremeña y andaluza, sino
también de que disfrutan la mayor parte de la riqueza que en ellas reproduce,
dejado al resto de sus habitantes en situación precaria, y, sobre todo,
impidiendo que se intensifique la producción y puedan progresar esas provincias
(…). Consecuencia de ellos son: la despoblación de los campos, el deficiente
cultivo, los jornales bajos, los arrendamientos caros, la escasa y raquítica
ganadería, y, en general, la situación precaria en que se encuentra la tercera
parte del territorio nacional (…). Ante estos hechos, es suicida y criminal
cerrar los ojos para no verlos y dejar
que pasen los años y aun siglos, como hasta ahora ha ocurrido, sin ponerles
remedio. Hay, pues, que afrontar su solución con serenidad pero con energía
(…)”
Los Latifundios en España, Pascual Carrión, Madrid 1932.
Nº 7
Manifiesto del Bloque Nacional
“España, pues, ante todo y sobre todo. Una España auténtica,
fiel a su historia y a su propia imagen: una e indivisible. De aquí la primera
línea de nuestro programa de acción: defensa a vida o muerte y exaltación
frenética de la unidad española que la Monarquía y el pueblo labraron juntos a
lo largo de quince siglos (…) el hecho católico fue factor decisivo y
determinante en la formación de nuestra nacionalidad.
Creemos caducado el sistema político que, nacido de la
Revolución Francesa, sirve de soporte a las actuales instituciones y, como
Cánavos predijera, nos arrastra al comunismo. El futuro Estado ha de fundarse
sobre el deber tanto como sobre el derecho. Los derechos naturales inherentes a
la personalidad humana han de ser reconocidos y garantizados por el Estado, de
conformidad con su distinto rango, sin que ninguno de ellos quepa al
absolutismo. Su mejor garantía será la organización de un Estado fuerte capaz
de frenar el abuso con que pretenden ejercerlos o monopolizarlos núcleos o
masas indisciplinadas
Queremos un estado integrador que, a diferencia del Estado
anárquico actual, imponga su peculiar autoridad sobre todas las clases, sean
sociales o económicas. La era ruinosa de la lucha de clases está tocando a su
fin.
Os proponemos, por tanto, españoles, la constitución de un
Bloque Nacional que tenga como objetivo la conquista del Estado.
8
de Diciembre de 1934
Textos historiográficos
Nº 8
La Revolución de 1934
La revolución de octubre estuvo dirigida a impedir que la
CEDA participara en el Gobierno, una participación que parecía, tanto a los
liberales de clase media como a la izquierda revolucionaria, como un
equivalente a la implantación del fascismo en España. La sublevación tuvo tres
fases principales. El 5 de octubre hubo una serie de huelgas generales no
coordinadas, en las grandes ciudades, que fracasaron. El día 6 Luis Companys
proclamó la «República de Cataluña dentro de la República Federal española».
Mientras tanto, en la zona minera de la provincia de Asturias, las fuerzas
unidas del proletariado iniciaron la lucha armada contra el Gobierno.
Jackson, Gabriel (1967): La República española y la Guerra
Civil, México, Grijalbo, p. 13 1.
Nº 9
La Iglesia y la Segunda República
La jerarquía eclesiástica adoptó una actitud cautelosa ante
la República, hasta que la nueva legislación empezó a incidir en intereses
eclesiásticos directos, fundamentalmente en la enseñanza que [ ... ] estaba
mayoritariamente en manos de las órdenes religiosas. Las cosas empezaron a
tomar rumbo más agrio desde que el proyecto de Constitución [ ... ] La idea de un Estado aconfesional
era prácticamente inamovible [ ... ]. Naturalmente, la Iglesia se apresuró a
exponer colegiadamente sus opiniones sobre los contenidos constitucionales quele
afectaban y lo hizo en una Pastoral colectiva de 25 de julio [ ... ] Se oponía
a la separación de la Iglesia y el Estado, a los preceptos sobre las órdenes
religiosas y, también, a las libertades de pensar, de enseñar, de escribir y de
cultos [ ... ] Con la solución adoptada, en que las izquierdas imponían un
ajuste de cuentas a la Iglesia y a las Ordenes, se apartaba del consenso
constitucional a una importante masa católica.
Aróstegui, Julio (1996), «La República:
esperanzas y decepciones», La Guerra Civil Española, Barcelona, Folio, p. 47‑49.
HISTORIA DE AL ANDALUS
HISTORIA DE AL ANDALUS
Al-Andalus
fue una civilización que irradió una personalidad propia tanto para Occidente
como para Oriente. Situada en tierra de encuentros, de cruces culturales y
fecundos mestizajes, al-Andalus fue olvidada, después de su esplendor, tanto
por Europa como por el universo musulmán, como una bella leyenda que no hubiera
pertenecido a ninguno de los dos mundos. Estas son las etapas cruciales de sus
ocho siglos de existencia.
EL EMIRATO Y EL CALIFATO OMEYA.
Al-Andalus,
tierra de los vándalos, en árabe. Así se conoce la zona de ocupación musulmana
en la Península Ibérica, que abarcó desde el siglo VIII hasta finales del XV y
llegó a comprender gran parte del territorio español. La extensión del Estado musulman
llamado al-Andalus varió a medida que se modificaban las fronteras y, tanto
hispano-musulmanes como castellano-aragoneses avanzaban conquistando
territorio.
La
pujante civilización musulmana de Oriente pronto se desbordará hacia Occidente:
el Magreb, España, y hasta parte de Italia y Francia. Durante el siglo VIII, y
a través del norte de África, penetraron en la península una serie de grupos y
familias nobles árabes venidas del este, y de grupos bereberes procedentes del
Magreb, que paulatinamente se asentaron en tierras de Al-Andalus. Ello no
significó una ruptura total con la cultura entonces imperante, la hispanogoda.
Antes bien, ambas se entroncaron dando un resultado muy peculiar y autóctono,
deslumbrante, que diferenció notablemente el Islam occidental del oriental.
La
fusión entre árabe-bereberes e hispanogodos se produjo en un principio sin
grandes traumatismos y con la naturalidad que sólo el tiempo y la cotidianeidad
a veces procuran.
Durante
la segunda mitad del siglo VIII se produjo una seria escisión en el imperio
musulmán. Una ruptura dinástica que terminó con los Omeya que gobernaban en
Damasco, para entronar a los Abasíes, que se asentaron en Bagdad. Un príncipe
omeya huido de Damasco, Abderrahman I, penetraría en Al-Andalus formando un
nuevo Estado con base en Córdoba: el emirato, independizándose de la política
bagdadí.
Ocho
emires se sucedieron del 756 al 929 en una época brillante culturalmente
–aunque oscurecida con diversos levantamientos muladíes y mozárabes– hasta que
Abderrahman III decidió fundar un califato, declarándose Emir al-Muminin
(príncipe de los creyentes), lo cual le otorgaba, además del poder terrenal, el
poder espiritual sobre la umma (comunidad de creyentes).
Este
califa, y su sucesor Al-Hakam II, supo favorecer la integración étnico-cultural
entre bereberes, árabes, hispanos y judíos. Ambos apaciguaron a la población,
pactaron con los cristianos, construyeron y ampliaron numerosos edificios
–algunos tan notables como la Mezquita de Córdoba– y se rodearon de la inteligencia
de su época. Mantuvieron contactos comerciales con Bagdad, Francia, Túnez,
Marruecos, Bizancio, Italia, y hasta Alemania.
REINOS DE TAIFA Y DINASTÍAS
NORTEAFRICANAS
No
todos los sucesores de estos brillantes califas siguieron tan acertada
política, sino que dejaron desbocarse al caballo del poder. Tras veintidós años
de fitna (ruptura, o guerra civil) se abolió por fin el califato. Corría el año
1031.
Los
hábitos secesionistas y rebeldes surgieron de nuevo con gran fuerza; la división
y la descomposición se impusieron en Al-Andalus. Todas las grandes familias
árabes, bereberes y muladíes, quisieron hacerse con las riendas del país o, al
menos, de su ciudad, surgiendo por todas partes reyes de taifas, muluk
al-Tawaif, que se erigieron en dueños y señores de las principales plazas. Este
desmembramiento supuso el comienzo del fin para Al-Andalus, y ante semejante
debilidad, los cristianos se crecieron, organizándose como nunca antes lo
hicieran para combatir a los musulmanes.
La
primera gran victoria sobre el Islam peninsular la protagonizó Alfonso VI
cuando, en 1085, se hizo con la ciudad de Toledo. La unidad étnico-religiosa
lograda hasta el momento también se resintió, surgiendo mercenarios, tanto
musulmanes como cristianos, dispuestos a luchar contra sus propios
correligionarios.
LOS ALMORÁVIDES Y ALMOHADES
En
esta época surgieron relevantes figuras en el campo del saber, y, en una
constante emulación de los lujos orientales, se construyeron suntuosos
palacios, almunias y mezquitas, y se celebraron las fiestas más comentadas,
fastuosas y extravagantes de la cuenca mediterránea.
Mientras,
a finales del siglo XI, en el Magreb occidental, hoy Marruecos, surgió un nuevo
movimiento político y religioso en el seno de una tribu bereber del sur, los
Lamtuna, que fundaron la dinastía almorávide. En poco tiempo, su actitud de
austeridad y pureza religiosa convenció a gran parte de la desencantada
población, y con su apoyo emprendieron una serie de contiendas logrando formar
un imperio que abarcaría parte del norte de África y Al-Andalus, que a través
del rey sevillano Al-Mutamid, había pedido su ayuda para frenar el avance
cristiano. Encabezados por Ibn Tashfin, penetraron los almorávides en la
Península, infligiendo una seria derrota a las tropas de Alfonso VI en
Sagrajas. Pronto conseguirían acabar con los reyes de taifas y gobernar Al-Andalus,
no sin cierta oposición de la población, que se rebelaba contra su talante
puritano y su rigidez. Algo que no le iba nada al hedonista y liberal pueblo andalusí.
A pesar de todo, la nueva situación supuso un nuevo incremento del bienestar
social y económico.
Los
cristianos obtuvieron mientras tanto importantes avances, conquistando Alfonso
I de Aragón Zaragoza en 1118. Al mismo tiempo, los almorávides veían amenazada
su propia supremacía por un nuevo movimiento religioso surgido en el Magreb: el
almohade.
Esta
nueva dinastía se generó en el seno de una tribu bereber procedente del corazón
del Atlas que, encabezada por el guerrero Ibn Tumart, pronto se organizó para
derrocar a sus predecesores. También desde Marraquech, gobernaron y se hicieron
con las riendas de Al-Andalus, dotándolo de cierta estabilidad y prosperidad
económica y cultural. Fueron grandes constructores y también se rodearon de los
mejores literatos y científicos de la época. Sin embargo, al igual que los
almorávides, terminaron por sucumbir ante la dejadez espiritual y el
relajamiento de costumbres que casi siempre caracterizó a Al-Andalus.
LA DINASTÍA NAZARÍ
Cuando
el avance castellano era imparable, haciéndose Fernando III con gran parte de
las ciudades andalusíes en el siglo XIII, surgió en Jaén una nueva dinastía, la
nasri (nazarí), fundada por Al-Ahmar Ibn Nasr, el célebre Abenamar del
romancero, que habría de procurar un nuevo respiro a los musulmanes. Asentado
en la ciudad de Granada, su reino abarcaba la región granadina, almeriense y
malagueña, y parte de la jiennense y la murciana. Oprimido desde el norte por
los reinos cristianos, y desde el sur por los sultanes meriníes de Marruecos,
los nazaríes establecieron un reino basado en lo precario y la inestabilidad. A
pesar de todo, Granada fue una gran metrópoli de su tiempo que acogía a
musulmanes de todos los confines, y en la que se levantaron suntuosos palacios,
la Alhambra, mezquitas y baños públicos. Siguió asombrando a propios y a
extraños hasta que en 1492 y, tras varios años de intrigas palaciegas y
escaramuzas con los castellano-aragoneses que acechaban sus fronteras, el rey
Boabdil, Abu Abd Allah, capituló ante los Reyes Católicos, entregándoles
Granada.
CRONOLOGÍA
DE AL ANDALUS
622 Huida
o emigración (Hégira) de Mahoma a Medina. Comienzo del calendario musulmán.
711 Tarik,
lugarteniente del gobernador del norte de África Musa ben Nusayr, sale de
Tánger a la cabeza de un ejército de 9.000 hombres y desembarca en Gibraltar
(Yebel Tarik). La ocupación de la península se realiza en cinco años.
720 Se
reconstruyen las murallas y el puente romano de Córdoba, y se funda el primer
cementerio musulmán.
718 Posible
fecha de la batalla de Covadonga, que marca el comienzo de la resistencia
astur.
756 Abderrahman
I, último omeya de Damasco superviviente de la persecución a la que fue
sometida su familia, llega a la Península y ocupa Córdoba. Establece una
dinastía que gobernará Al-Andalus hasta el 1031.
784 Comienza
la construcción de la Mezquita de Córdoba.
822 El
sucesor de Al-Hakam I, Abderrahman II, trae un período de prosperidad a Al-Andalus.
Se amplía la Mezquita de Córdoba y se crean otras en Jaén y Sevilla.
844 Incursión
de los normandos en Lisboa, Sevilla, Cádiz y Sidonia.
851 Se
levantan en Córdoba los mozárabes.
879 Alzamiento
del muladí Umar ben Hafsun contra el emirato omeya.
929 Abderrahman
III se proclama Príncipe de los Creyentes y se independiza de Bagdad. Comienza
el califato de Córdoba.
936 Comienza
la construcción de la ciudad de Madinat al-Zahra.
955 Fundación
de Almería.
961 El
sucesor de Abderrahman III es al-Hakam II, rey erudito que crea una biblioteca
de más de cuatrocientos mil volúmenes.
997 Campaña
contra Santiago de Compostela a cargo de Al-Mansur.
1031 Con
la caída de la dinastía omeya, comienzan a surgir reinos independientes de
taifas en todo Al-Andalus.
1042 Comienzan
las obras del Alcázar de Sevilla.
1062 Fundación
de Marrakech.
1064 Construcción
de la Alcazaba de Málaga.
1081 Destierro
del Cid.
1085
Alfonso VI toma Toledo. El rey de Sevilla Al-Mutamid pide ayuda a los
almorávides, y junto a ellos derrota un año más tarde a los cristianos en
Sagrajas.
1163
Sevilla, capital de Al-Andalus.
1184
Comienza a construirse la Giralda de Sevilla.
1195 Las
tropas almohades de Yaqub vencen al ejército cristiano de Alfonso VIII de
Castilla en Alarcos.
1198
Muere el cordobés Averroes, traductor de Aristóteles.
1212 Los
ejércitos aliados de Castilla, Aragón y Navarra vencen a los almohades en la
batalla de las Navas de Tolosa.
1231 Al-Ahmar
Ibn Nasr, fundador de la dinastía nazarí, es nombrado gobernador de Arjona, su
ciudad natal, y poco después extenderá su poder sobre Jaén y Guadix.
1236 Córdoba
se rinde ante Fernando III de Castilla. Algunos años más tarde caerán Jaén y
Arjona (1246), Sevilla (1248) y otras ciudades de Al-Andalus.
1237 Comienza
la construcción de la Alhambra bajo la dirección de Al-Ahmar.
1314 Comienzan las obras del Generalife.
1482 Se
inicia la guerra de Granada. Boabdil arrebata el trono a su padre.
1487 Tras una lucha encarnizada, Málaga se somete a las
fuerzas cristianas.
1489
Baeza y Almería se rinden pacíficamente a los Reyes Católicos.
1491 Boabdil,
último rey nazarí, capitula ante los Reyes Católicos y negocia la entrega de
Granada el 25 de Noviembre.
1492 El 2 de enero los Reyes Católicos entran en
Granada.
ARTE Y ARQUITECTURA DE AL ANDALUS
El arte musulmán se refiere a la unidad creativa de un arte y una
arquitectura propios de una civilización de enorme extensión geográfica, que no
se limita sólo a una etnia específica, sino que abarca áreas tan diversas como
gran parte del África negra, el Magreb, Indonesia, el Golfo Pérsico y algunas
zonas del Cáucaso, Europa, China o India. Bajo este signo de auténtica
identidad supranacional, existen muchas diversidades culturales que toman
formas locales o regionales. En los primeros tiempos del Islam surge pronto un
arte rico y variado basado en la tradición clásica, en el arte bizantino, en el
persa y en el de los pueblos orientales sometidos. Sin embargo, la originalidad
de las estructuras arquitectónicas y los motivos ornamentales dan como fruto un
arte propio, típicamente musulmán. En todas las creaciones artísticas islámicas
se advierte un indiscutible parentesco y vocabulario común.
La ornamentación es, sin duda, uno de los aspectos que más han contribuido
a la unificación del arte musulmán. Los mismos temas decorativos aparecen,
tanto en la arquitectura como en las artes suntuarias, con independencia del
material, la escala o la técnica empleada. La gran profusión de superficies
decoradas hace que las estructuras queden parcialmente camufladas. Mediante la
repetición de motivos, a menudo geométricos, y la sabia combinación de
materiales y texturas, se logra un efecto tridimensional que dota a los
edificios de cierto misterio y ligereza. La luz y el agua son elementos
indispensables para lograr ese efecto casi irreal. Tanto en los edificios como
en los objetos decorativos, la caligrafía, los motivos de estrellas
entrelazadas, y los motivos vegetales estilizados, también llamados atauriques,
abigarran el espacio en una armoniosa interrelación.
Los motivos figurativos aparecen a menudo en los objetos domésticos,
contrariando la creencia popular de que la tradición musulmana los prohíbe. Aunque
en realidad, si no los prohíbe, ciertamente los desaconseja, ya que la
divinidad perdería su carácter trascendental e inmaterial al intentar ser
representada; por ello, nunca existen figuraciones en los edificios religiosos.
Otro de los elementos decorativos arquitectónicos más característico son los
mocárabes, que separan determinados espacios y están conformados de alvéolos
semi-esféricos o prismáticos que se repiten y superponen, como en un auténtico
enjambre.
Entre las artes decorativas hispano-musulmanas, merecen ser destacadas las
arquetas y botes de marfil preciosamente tallados, los almireces, pebeteros y
grifos en bronce, los objetos de madera tallada, los ataifores, lebrillos,
jarras y jofainas de cerámica vidriada, las pilas de abluciones y cipos
lapidarias de mármol, la orfebrería en oro, los tejidos en seda bordada, y los
libros encuadernados e iluminados.
En cuanto a la arquitectura, son numerosos los edificios hispano-musulmanes
que aún se pueden admirar en España. Entre los de carácter religioso constan
las mezquitas. El origen de las mismas fue, al parecer, la casa del propio
profeta Mohammed, que presentaba un sector techado y otro a cielo descubierto.
Tan sencillo esquema fue gradualmente evolucionando, hasta convertirse en un
organismo perfectamente funcional y adecuado para la celebración de la oración
de la comunidad.
Casi todas las mezquitas –decimos casi porque en Al-Andalus se orientaban a
veces de manera ligeramente distinta– presentan una orientación hacia la qibla,
en la Meca, en cuyo muro existe un mihrab desde el que el imam dirige la
oración. También están dotadas de un alminar desde el que el almuédano convoca
a la oración cinco veces al día. Otro elemento característico es el patio, o
shan, en el cual se encuentra la fuente de abluciones. El sector cubierto de la
mezquita, llamado haram, suele configurarse como una gran sala hipóstila, con
naves perpendiculares a la qibla. Las naves extremas se prolongan en ocasiones
rodeando el patio. Entre las mayores mezquitas que existieron en al-Andalus
sobresale la de Córdoba, y entre las más humildes, la de Almonaster la Real.
Otro de los edificios más característicos del mundo musulmán son las medersas,
o madrazas, destinadas a la enseñanza de las ciencias religiosas y la
jurisprudencia. Se articulaban antaño en torno a un patio al que se abrían
cuatro grandes salas o iwanes, y sobre el que daban las habitaciones de los
estudiantes. Aún se conserva un sector de la madraza de Granada, pero las más
espectaculares son las madrazas meriníes de Fez, en especial la Bu Inania.
También de carácter religioso, se levantaban en Al-Andalus numerosos
mausoleos en los que se enterraban a los reyes y los santones. Estaban
cubiertos de cúpulas y solían tener planta cuadrada. En el terreno de la
arquitectura militar, cabe mencionar la fortificación de las ciudades mediante
murallas que presentan torres defensivas a tramos regulares. Suelen estar
precedidas por una barbacana, y cuentan con un parapeto almenado. Las puertas
de acceso se estructuran a veces en recodo. De gran interés son las murallas de
Niebla y las de Sevilla. Las alcazabas son también construcciones típicamente
defensivas que, en ciertas ocasiones, albergan en su recinto auténticas
ciudades residenciales, como es el caso de la de Málaga y la de Almería. Dentro
de la arquitectura residencial destacan también los palacios y alcázares,
algunos tan suntuosos como el de la Alhambra y el de Madinat al-Zahra,
auténtica ciudad-palacio.
Otra de las características de la arquitectura hispano-musulmana es la gran
profusión de baños o hammam, esenciales para la higiene. Derivados de las
termas clásicas, están integrados por varias estancias en las que la
temperatura varía de forma progresiva. Para ello se distribuye de forma
subterránea el aire, que se calienta mediante grandes calderas. Ronda y Jaén
disponen de magníficos ejemplos.
Y, por fin, no habría que dejar de mencionar las alcaicerías, o qisarias,
recintos herméticos en el interior del zoco en el que se venden las mercancías
más preciadas. Es interesante, en este sentido, la Alcaicería que se conserva,
rehecha, en Granada. Las alhóndigas, o funduq, se destinaban, en cambio, a
almacenar productos y para alojamiento de mercaderes, de ahí la palabra fonda.
Aún se conserva un notable ejemplo en Granada: el llamado Corral del Carbón.
EL LEGADO CIENTÍFICO Y CULTURAL
Cabe
pensar que, en un principio, los árabes eran minoritarios en Al-Andalus, siendo
los hispanos y los bereberes mayoría. La lengua hablada, por lo tanto, no era
el árabe. Sin embargo, a lo largo del siglo IX se produjo una fuerte
arabización, asociada, ineludiblemente, a la importancia que tuvo la lengua en
la que fue revelado el libro sagrado de la nueva religión, el Corán.
La
lengua árabe fue en Al-Andalus sinónimo de refinamiento y erudición, a pesar de
que casi toda la población también hablaba en romance. No sólo estudiaban árabe
los musulmanes, también los propios mozárabes, cristianos que permanecieron
bajo dominio musulmán, acabaron expresándose y escribiendo en este idioma. Lo
mismo que los judíos, comunidades ambas muy participativas en la vida pública
de Al-Andalus. En este sentido, existe un elocuente pasaje de Álvaro de Córdoba
quejándose del auge del árabe en el siglo IX: "Muchos de mis
correligionarios leen poesías y cuentos árabes, y estudian las obras de los
filósofos y teólogos mahometanos, no para rebatirlas sino para aprender a
expresarse en el lenguaje árabe más correcta y elegantemente". Algunos de
los más relevantes lingüistas de al-Andalus fueron Al-Qali, Ibn Al-Qutiyah, y Al-Zubaydi,
todos del siglo X.
La
educación y el saber tuvieron desde el principio enorme importancia en el mundo
musulmán, como así lo demuestran las propias tradiciones que fueron seguidas
hasta sus últimas consecuencias. Frases como "Busca el saber desde la cuna
hasta la tumba" o "No hay nada más importante a los ojos de Dios que
un hombre que aprendió una ciencia y la enseñó a las gentes" son algunas
de las máximas más influyentes en la época. Los propios emires y califas, como
Abderrahman II, Abderrahman III y Al-Hakam II, fueron grandes eruditos que se
rodearon de sabios y pusieron la enseñanza al alcance de todo el mundo.
Hicieron traducir las principales obras del saber greco-helenístico, crearon
bibliotecas públicas y privadas –algunas tan célebres como la de Al-Hakam II–,
y edificaron mezquitas y madrazas en las que se impartían las ciencias
religiosas y la jurisprudencia. Algunos fueron excelentes poetas, como el
propio rey Al-Mutamid de Sevilla, y su amigo y visir Ibn Ammar.
Se
dedicaron numerosas obras al estudio del saber y la enseñanza, y a la
clasificación de las ciencias, como aquella que escribió Abd Rabihi en el siglo
X: Al-Iqd al-Farid, "El collar único". Así se expresaba el autor
acerca de los distintos saberes: "(son) los pilares en los que descansa el
eje de la religión y del mundo. Diferencian al hombre de los animales, y al ser
racional del irracional". También el célebre Ibn Hazm (994-1064) dedicó
numerosas páginas a clasificar las ciencias en libros como el Maratib Al-Ulum,
o Kitab Al-Ajlak. Este autor ha sido uno de los más prolíficos que ha dado el
mundo musulmán, destacando como poeta, teólogo, jurista, historiador y
filósofo. Cuatrocientas, nada menos, fueron las obras que escribió. Su lengua
era tan crítica y mordaz contra el poder y la pobreza de espíritu, que se llegó
a decir que "su lengua era tan afilada como la espada de Al-Hach-chach".
Acerca del saber dijo lo siguiente: "El que busca el saber para jactarse
de él, o para ser alabado, o para adquirir riqueza y fama, está lejos del
éxito, pues su objetivo es alcanzar algo que no es el saber".
Otro
de los grandes sabios de Al-Andalus que se ocuparon de esta materia fue Said
(m.1070) quien escribió, entre otras obras, el "Tabaqat".
LA PROSA, LA POESÍA Y LA MÚSICA
La
prosa y la poesía fueron dos disciplinas altamente valoradas por los
andalusíes, amantes de la belleza, la estética y la naturaleza. La época de
taifas supuso un auténtico caos político, pero también una
"descentralización" del saber, que hasta entonces, se congregaba casi
exclusivamente en Córdoba. Los reyes compitieron entre sí por lograr el más
alto grado de erudición y la corte más sabia, y cultivaron, en especial, la
poesía. Uno de los poetas que alcanzaron más alta fama, aparte del mencionado Al-Mutamid,
fue Ibn Zaydun (1003-1071), lo mismo que su amada, la bella princesa Wallada.
También fueron renombrados Al-Ramadi (m. 1015) y, siglos más tarde, Ibn Zamrak,
el poeta del siglo XIV que plasmó sus versos en los muros de la Alhambra. La
forma más cultivada y elegante en poesía era la qasida, de complicado metro,
aunque también surgieron nuevas formas populares llamadas muwashaha y zéjel,
cuyo máximo exponente fue el vividor Ibn Quzman (siglo XII), cuyo renombre
llegó hasta Bagdad.
La
música nunca fue un género bien considerado por el mundo musulmán; no obstante,
en Al-Andalus proliferaron grandes músicos, entre los que cabe destacar el
célebre Ziryab, procedente de Bagdad en el siglo IX, quien, además de
revolucionar las modas en el vestir, la cosmética y la cocina, fue un magnífico
tañedor de laúd, al que agregó una quinta cuerda.
La
prosa –sobre todo filosófica– también tuvo buenos representantes, algunos de la
talla del gran pensador Ibn Tufayl, que destacó con su delicioso "Hayy Ibn
Yaqzan", también conocido como el "Libro del Filósofo autodidacta",
sin duda precursor del Robinson Crusoe de Defoe. También destacó el poeta Ibn
Suhayd (m.1034), con su obra "Al-Tawabi wa-l-zawabi, Espíritus y
demonios".
LA HISTORIA Y LA GEOGRAFÍA
Entre
los musulmanes de la Edad Media, la historia cobró un especial interés,
escribiéndose numerosas obras repletas de interesantes datos históricos, pero
también geográficos, sociológicos, y biográficos.
Hay
constancia de que existieron numerosos historiadores, geógrafos y antologistas
en Al-Andalus, aunque muchas de sus obras se han perdido. Entre ellos, surgió
una saga de Al-Razi, entre los que destacó Isa (siglo X), que escribió una
historia general de Al-Andalus, conocida más tarde como la Crónica denominada
del moro Rasis. Igualmente valiosa fue la "Historia de la conquista de Al-Andalus"
de su contemporáneo Ibn Al-Qutiya. En el siglo XI, surgieron una serie de
notables historiadores como Ibn Hayyan, nacido en Córdoba en el 987, erudito
autor de numerosas obras que reflejan la sociedad y acontecimientos de su época.
Más adelante destacó Ibn Said al-Magribi, nacido en Granada hacia 1201, y su
contemporáneo Ibn Idhari.
El
siglo XIV contó con dos grandes estadistas y pensadores: el lojeño Ibn Al-Jatib
y el tunecino Ibn Jaldun, autor de una obra fundamental de su tiempo: el
"Muqaddimah".
Finalmente,
entre los antologistas, tuvo gran relevancia el sevillano Al-Himyari y los
autores del siglo XII Ibn Bassam e Ibn Jaqan. Entre los geógrafos, brillaron Al-Udri
(siglo XI), su contemporáneo Al-Bakri, Al-Idrisi, llamado el Estrabón de los
árabes (siglo XIV), y el tangerino Ibn Batuta –el mayor viajero de su tiempo–,
legándonos importantes testimonios de Al-Andalus y de muchos otros lejanos
lugares del mundo entonces conocido.
FILOSOFÍA Y SUFISMO
En
los primeros tiempos del Islam en Oriente, pronto se cultivó la ciencia de la
filosofía y la lógica, en un clima de gran tolerancia religiosa e intelectual.
En Al-Andalus se introdujeron las primeras traducciones al árabe de los
filósofos griegos, en especial Aristóteles, y fue surgiendo un pronunciado
interés por esta materia que, sin embargo, no era bien vista por las rígidas
autoridades religiosas. A menudo se prohibió su estudio y se quemaron las obras
de Ibn Hazm, el oriental Al-Gazali y Averroes. Los filósofos, sin embargo, sostenían
que el intelecto y la razón no estaban en absoluto reñidos con la revelación, y
constituían el instrumento más adecuado para alcanzar la verdad. "La
filosofía es amiga y hermana de leche de la religión. No contradice a la
revelación, sino que la confirma." afirmaba Averroes.
El propulsor del estudio de la filosofía fue Ibn Masarra, autor del siglo X quien profesaba una suerte de panteísmo. Después surgió Ibn Hazm y su contemporáneo malagueño, el hebreo Ibn Gabirol, que profesó una filosofía neoplatónica en su "Yambu Al-Hayat". El siglo XII vio florecer a Ibn Bayyah (Avempace), y su discípulo Ibn Tufayl, cuya obra, la ya mencionada "Hayy Ibn Yaqzan", tuvo una honda repercusión entre los cristianos.
El propulsor del estudio de la filosofía fue Ibn Masarra, autor del siglo X quien profesaba una suerte de panteísmo. Después surgió Ibn Hazm y su contemporáneo malagueño, el hebreo Ibn Gabirol, que profesó una filosofía neoplatónica en su "Yambu Al-Hayat". El siglo XII vio florecer a Ibn Bayyah (Avempace), y su discípulo Ibn Tufayl, cuya obra, la ya mencionada "Hayy Ibn Yaqzan", tuvo una honda repercusión entre los cristianos.
Pero,
sin duda, el que más influyó, tanto en el mundo musulmán como en toda Europa,
fue Averroes (Ibn Rushd, 1126-1198), de quien se han conservado varias
importantes obras. Contemporáneo suyo fue el eminente filósofo judío Maimónides
(1135-1204).
Pero,
contra esta corriente racionalista, existieron en Al-Andalus varios místicos
sufíes de la talla de Ibn al-Arif (1088-1141) o Ibn Arabi de Murcia
(1165-1240), quienes sostenían aquella tradición profética que reza:
"conócete a ti mismo, y conocerás a tu Señor", pero no desde un punto
de vista racional e intelectual sino puramente intuitivo y místico.
LAS CIENCIAS NATURALES
No
se puede dejar de mencionar a los grandes sabios de las ciencias naturales, que
revolucionaron muchos aspectos de la vida con su saber. Estudiaron las
matemáticas, la astronomía, la medicina, la botánica y la agronomía, pero
también otras ciencias más reprobadas por la ortodoxia como la astrología, la
alquimia y la magia. Se estudiaron con minucia los movimientos de las estrellas
y los planetas por medio de sofisticados astrolabios, se avanzó en el estudio
del álgebra y la aritmética, cuyo precursor fue el oriental Al-Jwarizmi (de ahí
logaritmo), y se perfeccionaron, en medicina, las teorías de Hipócrates y
Galeno.
En
al-Andalus destacaron Ibn Taimiya (m. 928) en astronomía y medicina; Abu Bakr
al-Ansari, que enseñó aritmética y geometría en la corte de Al-Hakam II, y el
famoso Maslama Al-Mayriti (m. 1008), llamado el Euclides de España y experto en
numerosas disciplinas.
La
medicina tuvo su máximo exponente en Averroes y los hermanos Harrani, que
ejercieron bajo el manto protector de Al-Hakam II. Y no se puede olvidar, en
este rapidísimo repaso, al botánico malagueño Ibn-Baytar (1197-1248) o al
agrónomo Ibn Al-Awam, a quien debemos un exhaustivo y valioso tratado de
agricultura, el "Libro de Agricultura". Todos ellos influyeron
grandemente en la Europa contemporánea y en la posterior, y sus textos fueron
estudiados, hasta bien entrado el siglo XVII, por hombres de la talla de Miguel
Servet, Copérnico, Nicolás Massa o Galileo.
VIDA COTIDIANA
La
vida de un pueblo no se mide sólo a través de sus logros artísticos y
científicos, sino, sobre todo, desmenuzando la vida de cada día, las
costumbres, las estructuras sociales y la organización. También en este terreno
fue Al-Andalus avanzada y culta. Forjó un nuevo tipo de sociedad urbana muy
estructurada, al tiempo que revolucionó las tareas del campo, vitalizando la
agricultura, y aportando nuevos métodos de cultivo y un sinfín de especies
agropecuarias.
El
núcleo urbano era la medina, de trazado apretado y denso, que, a su vez, se
organizaba en dos zonas: la comercial y la vecinal. El zoco era un lugar de
encuentro, sobre todo masculino, en el que, en medio de un frenético deambular,
se sucedían las más diversas transacciones, y también las más insospechadas
intrigas. Los oficios y los puestos se extendían por áreas especializadas, en
las que se podían hallar las más variadas mercancías. Desde especias y perfumes
hasta hortalizas y frutas, carne, tejidos, orfebrería y cerámica. Una estricta
serie de normas regían la vida comercial –normas que aún podemos encontrar en los
completos tratados de hisba de Ibn Abdun–, cuya honradez, no siempre
garantizada, vigilaba atento el almotacén, inspector del zoco. Al-Andalus
estableció una sólida administración y un sistema judicial harto complejo. Las
compras se efectuaban con dinero contante y sonante, que se acuñaba en la ceca
de Córdoba, primero, y de otras ciudades en época de taifas. Dinares, dirhems y
feluses eran moneda de pago corriente.
La
mezquita era también un lugar frecuentado, no sólo para efectuar la oración
comunitaria, sino para convocar distintas reuniones de tipo social y vecinal, o
simplemente para estudiar con un poco de sosiego, o escapar a los calores
estivales entre la umbría del bosque de columnas. La vida doméstica se
desarrollaba fuera del recinto comercial, en los barrios fortificados de la
medina que, para mayor seguridad, se cerraba de noche mediante dos puertas y
estaba vigilada. Las viviendas, austeras y sobrias en su exterior, podían ser
muy lujosas en su interior y, en cualquier caso, eran un refugio de paz y
confort, muy por encima de lo habitual por entonces en otros lugares del resto
de Europa. Organizadas todas en torno a un patio –si la familia se lo podía
permitir, en él se ubicaba una alberca o, cuando menos, un pozo– las alcobas,
salones y la cocina se abrían a este espacio y se distribuían también en torno
a la galería superior. El mobiliario era sencillo, apenas unos arcones, una
mesa baja de taracea, y algunos altillos y hornacinas en los que depositar un
libro o algún adorno de marfil. De dar calidez al entorno se encargaban las
esteras y alfombras tupidas de lana, unos mullidos almohadones de seda o lana
bordada y un buen brasero.
En
toda vivienda existía un "aseo" digno, y el alcantarillado, lo mismo
que el alumbrado de la ciudad, se distribuía mediante una red perfectamente
organizada. Algo extraordinario teniendo en cuenta que hablamos de los siglos
IX y X.
Los
baños públicos eran muy numerosos. Tanto, que en la Córdoba califal llegaron a
existir más de seiscientos. En ellos, los clientes no sólo se lavaban, se
relajaban y se dejaban masajear enérgicamente. La tarde estaba destinada al
turno de las mujeres, que se acicalaban, charlaban e incluso merendaban. Pasta
depilatoria, alheña (henna), aceite de violetas, perfume de almizcle y jazmín,
jabón arcilloso para el cabello, antimonio para realzar la mirada (kohol),
corteza de nuez para tintar labios y encías..., constituían un auténtico
arsenal cosmético para el cuidado y la belleza de la mujer andalusí.
La
huerta floreció como nunca antes lo hiciera, llenándose de nuevas hortalizas
como la berenjena, la alcachofa, la endibia, el espárrago..., y nuevas frutas
como la granada, el melón, la cidra y los albaricoques. Entre ellos, las flores
rezumaban fragancia y color: crecían el alhelí, la rosa, la madreselva y el
jazmín. Las acequias corrían apresuradas y las norias chirriaban cargadas de
agua clara.
Se
mejoró la técnica de los injertos, y se crearon jardines botánicos con fines
medicinales junto a los hospitales, que también los había.
La educación
era un bien muy preciado por los musulmanes, que se preocuparon, desde las
instancias oficiales, de garantizar y desarrollar. El estudiante podía acudir a
la mezquita o la madraza y recibir la enseñanza que él eligiese, siempre, claro
está, que ya dominase los textos sagrados y las ciencias teológicas. Cuando el
alumno procedía de familia acomodada, un tutor se encargaba en su propio d
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